miércoles, 9 de noviembre de 2011

Siguiendo la pista de los jóvenes universitarios

En sintonía con Carles Feixa,[1] me gustaría retomar la metáfora del reloj de arena y relacionarla con una cultura juvenil que mantiene mi atención: los jóvenes universitarios. La propuesta del autor catalán me parece consistente y adecuada para mi sujeto de análisis, pues cubre dos flancos de observación: las normas, los comportamientos normados y las instituciones normativas, por un lado, y la concepción cultural, representada por los valores, atributos y rituales asociados con el grupo de estudio.
El autor denomina estos dos posibles acercamientos a las culturas juveniles como las condiciones sociales y las imágenes culturales en torno al fenómeno.
Si bien es cierto que no existe una condición social unitaria propia de los jóvenes universitarios, dentro de su heterogeneidad prevalece un ethos que los diferencia de otras culturas juveniles, además de que se adscriben a una institución y observan un conjunto de derechos y obligaciones; todo ello les provee de una identidad más o menos transitoria. Podríamos señalar algunas prácticas del “universitario promedio” (si es que dicha figura existe), las cuales son concomitantes a su proceso de formación: asistencia a clases, elaboración de tareas escolares, sometimiento a procesos de evaluación.
La institución, por otro lado, les otorga un distintivo que los acredita como miembros (una matrícula, una credencial) y les impele a acatar las normas preestablecidas, so pena de... (la sanción correspondiente). Al término del ciclo, dicha institución legitima el proceso formativo a través de la asignación de un título (si es el caso).
(Continuará....)


[1] Cfr. Feixa, Carles (1998). “De las culturas juveniles al estilo”, en El reloj de arena. Culturas juveniles en México. México: SEP/Causa Joven (col. JóvenES, 4).

No hay comentarios:

Publicar un comentario